lunes, 26 de octubre de 2009

Squatters and the Cities of Tomorrow de Robert Neuwirth

Los ocupantes ilegales en todo el mundo, son colectivamente la mayor construcción de vivienda en el mundo. Hay mil millones de ellos en el mundo.
Hoy en día, una de cada seis personas en el planeta está en esas condiciones. Y su número va en aumento. Basándose en la experiencia de vivir durante dos años en las comunidades de ocupantes ilegales en Brasil, Turquía, Kenya y la India, el documento describe la vida cotidiana así como los retos jurídicos, políticos y de organización de personas que viven en los llamados barrios de tugurios. Refuta los tres mitos populares: 1) las comunidades de ocupantes ilegales son emblemas de la miseria humana, 2) todo el mundo en estas comunidades está empobrecida y hambrienta, y 3) los ocupantes ilegales son el enemigo de la sociedad civil.

El documento hace hincapié en la necesidad de organizarse en las comunidades para garantizar la titularidad de la propiedad, el acceso a los servicios y evitar los desalojos, a través de iniciativas exitosas de los ocupantes en sí mismos, no las instituciones mundiales.

Los ocupantes ilegales no son personas motivadas por la ideología, o por el deseo de conseguir algo para nada. Son gente desesperada por el trabajo y un lugar para vivir que puedan pagar. Son personas de apoyo extendido, a través de las redes familiares, tanto en la ciudad y como en sus lugares de origen rural. Para ellos, cualquier espacio; al menos ilegal, es un valor familiar.

En estos lugares, la mayoría de los gobiernos se nieguen a dar servicios a los recién llegados a las zonas urbanas. Y el sector privado no se preocupa por ellos. Así que los residentes se ven obligados a valerse por sí mismos.

De lo anterior, se concluye que en todo el mundo, los ocupantes ilegales invierten en sus comunidades, en la rehabilitación de sus casas de una u otra manera, una pared a la vez, hasta crear algo duradero. Asimismo, las comunidades de ocupantes ilegales son económica, política y socialmente diversos, estables y crecientes como cualquier otra comunidad en la tierra. Finalmente, trabajan con el sistema, aprovechando todas las oportunidades para mejorar sus comunidades y hacerlas permanentes.

El texto, siendo una experiencia personal, demuestra cómo los pobres, siendo casi la mayoría de la población en algunos países superan su condición de pobreza extrema, integrándose a la sociedad y a la economía urbana; sin buscar del todo la respuesta del gobierno federal a sus problemas.

Los ocupantes pueden unirse para luchar por una parte de los regalos que todos damos por sentado en la sociedad; el derecho al agua, el derecho a la electricidad, el derecho a las alcantarillas, el derecho a los servicios. Estos son los beneficios compartidos de la vida cívica, asignados a cada comunidad, simplemente porque esas comunidades existen. Sin embargo, se les niega a los ocupantes ilegales debido a la percepción de que sus comunidades, muchas de las cuales han existido durante décadas, son ilegales o temporales. A fin de incrementar el número de hogares en los próximos 25 años, 1 millón de unidades de vivienda por año será necesario construir.

De ocupantes ilegales al techo propio

La historia de un complejo habitacional donde 55 familias humildes, que hasta fueron acusadas de ilegales, decidieron poner manos a la obra para tener derecho a un lugar. Allí construyeron sus casas, formaron sus hogares y aún hoy renuevan el desafío de ir por más pese a las adversidades.

http://defensachubut.gov.ar/defgral/?q=node/1468









“La Zona”

No hay comentarios:

Publicar un comentario